Es tal el cansancio que siento a veces que creo que ya no me quedan fuerzas para indignarme, para decirle a determinados poderosos que, por poderosos que sean, el más sarnoso de los perros se comporta con mayor dignidad. Que una madre santa no lo libra de ser unos verdaderos y perfectos hijos de la peor de las putas.
Hoy he recibido noticias de uno de los casos que mencionaba en el artículo inaugural de este blog y me he sorprendido a mí mismo alcanzando cotas de cabreo que pensaba que no existían en un ser humano.